La reportabilidad corporativa: Del resultado financiero al impacto sostenible
La contabilidad comparada inició un proceso de armonización que decantó en el posicionamiento de las IFRS y la presentación de estados financieros bajo las taxonomías XBRL, generando amplios debates y logrando grandes acuerdos internacionales. Sin embargo, otras informaciones empresariales no contenidas en los estados financieros han quedado en el plano de la voluntariedad, como las relativas a la Responsabilidad Social Empresarial (RSE).
En este sentido, las informaciones enmarcadas bajo la idea de la RSE han estado evolucionando y ha existido una suerte de compartir internacional de las mejores prácticas en la materia. La reportabilidad de indicadores no financieros —que abarca métricas cuantitativas e información cualitativa— se ha hecho cargo de aspectos vinculados a la gobernanza corporativa, el medioambiente y lo social, incluyendo una bajada sobre los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) promovidos por la ONU.
Esta transición desde la comunicación RSE hacia los conceptos valorados actualmente por la sociedad y el mercado financiero, bajo la sigla ESG (Environmental, Social and Governance), ha tomado relevancia global. Hoy vivimos un debate sobre la estandarización de la reportabilidad corporativa no financiera o reporte de sostenibilidad.
Como parte de esta transformación, han surgido diversas iniciativas orientadas a estandarizar la divulgación de información no financiera. Una de las más influyentes es la Global Reporting Initiative (GRI), cuyos marcos normativos, vigentes desde el año 2000, han sido actualizados de forma continua, alcanzando su versión más reciente en 2023. En paralelo, la Sustainability Accounting Standards Board (SASB) desarrolló 77 estándares sectoriales que buscan mejorar la pertinencia y comparabilidad de los datos ESG. Estos esfuerzos han convergido en el trabajo del International Sustainability Standards Board (ISSB), creado bajo el alero de la Fundación IFRS, que consolidó estas propuestas mediante la emisión de las normas IFRS S1 e IFRS S2 en 2021.
Es tiempo de que todos los actores empresariales, junto a reguladores y grupos de interés, valoren y promuevan la estandarización de la reportabilidad no financiera. Se espera que las empresas reguladas cumplan con las normas vigentes y que las no reguladas se sumen voluntariamente, aportando mayor transparencia.
Esta evolución también desafía a la academia a formar profesionales con competencias en sostenibilidad y fiabilidad de la información ESG, capaces de gestionar, validar y asegurar reportes más completos y trazables. Los Contadores Públicos y Auditores deben asumir un rol clave, integrando la sostenibilidad a la estrategia empresarial y adaptándose a marcos regulatorios emergentes para fortalecer la confianza en los mercados.