Publicado el 11 de abril del 2025

Tiempos inciertos

El miércoles 2 de abril pasará a la historia como el «Día de la Liberación». El día en que los Estados
Unidos dio un vuelco histórico a su política de comercio exterior, quebrando una trayectoria que
comenzó a mediados de la década del 40 cuando se sentaron las bases de un sistema que facilitó
el comercio internacional. El aumento de los aranceles diferenciados, con un mínimo del 10%, es
un intento del presidente Trump por fortalecer la economía estadounidense mediante el
desarrollo de la industria nacional, estimulando la sustitución de las importaciones.


Esta es una fórmula antigua que no tiene cuenta la intrincada interconexión de las cadenas
globales de producción. Por ejemplo, en la fabricación de un iPhone varios países participan en la
producción de componentes. Esta fórmula también olvida que el ciudadano norteamericano
consume alimentos originarios de países que ahora tendrán que pagar un arancel mayor, lo que
encarecerá el precio final de los bienes.


Entonces Trump está pidiendo un sacrificio a la actual generación de ciudadanos para reposicionar
la imagen de EE.UU. en el contexto mundial, fortaleciendo su moneda y corrigiendo el déficit
comercial con algunos países.


Es una jugada arriesgada.


Debemos esperar un aumento de la inflación en los EE.UU. debido al mayor costo de las
importaciones de productos extranjeros, así como el encarecimiento de las partes y piezas para la
producción nacional. Es probable que, a partir de la guerra comercial, se interrumpan las cadenas
logísticas, lo que aumentaría aún más los costos de producción.


En el caso de los productos chilenos habrá que estudiar «caso a caso» cómo se comporta el
escenario competitivo. No hay que olvidar que a Chile se le aplicó un arancel del 10%, pero
también se les aplicaron nuevos aranceles a otros países en productos que compiten con los
chilenos. La producción de Estados Unidos no es suficiente para satisfacer toda su demanda. Por lo
tanto, deberán seguir importando bienes de otras naciones. En este punto los cambios en la
estructura productiva son complejos y la velocidad de respuesta de la oferta local será más lenta
de lo esperado. Se debe analizar para cada producto la sensibilidad o elasticidad de la cantidad
demandada ante los mayores precios, producto de los aranceles.


Por el momento el cobre y la madera no se verán afectados por nuevos aranceles. Sin embargo, el
mayor riesgo es que, como consecuencia de la guerra comercial, disminuya la demanda de
nuestras materias primas. Estamos recién conociendo las reacciones de otros países a los nuevos
aranceles (especialmente chinos y de la Unión Europea). Por lo tanto, existe el riesgo de que se
enfrié el comercio internacional. Aquí todos salen perdiendo. La menor demanda de cobre
reducirá el precio del mineral, lo que perjudicará las remesas por las exportaciones, lo que
aumentará el precio del dólar, afectando finalmente el costo de la vida de los chilenos.

Ante este complejo escenario es fundamental el papel de la política pública. Hoy más que nunca es
necesaria la colaboración entre actores públicos y privados. Es la hora de hacer política en los
espacios “meso económicos”. Los sectores productivos pueden generar estrategias específicas en
función de la situación de cada mercado particular.

Existe la posibilidad de que el frente interno presione al presidente Trump para que reconsidere su
decisión. Es factible que los países en forma individual o en bloque negocien reducciones de
arancel a cambio de ciertas concesiones políticas y económicas. También, producto de la presión,
la administración Trump puede congelar la aplicación de aranceles a bloques de países.


Independientemente de lo transitorio o permanente de las medidas adoptadas por el presidente
Trump, ya estamos en un punto de inflexión. Detrás de esta crisis hay una oportunidad para
diversificar nuestros mercados de destino, de innovar en procesos y productos. Estamos en un
momento de incertidumbre y aprendizaje. En algún momento deberemos volver a la situación
anterior al “Día de la Liberación”, pero lo importante es que cuando llegue ese momento, nuestra
economía sea más compleja, teniendo una mayor variedad de productos y que esos productos
tengan un contenido de innovación que los haga únicos en el mercado.